“Uno se pregunta, mientras los ve, cuál es el enigma detrás de los retratos de albinos que ha estado haciendo la fotógrafa Alejandra Quintero desde hace ya un buen tiempo. Uno se pregunta por qué lo inquietan tanto, por qué se le van metiendo en el sistema nervioso como un ataque de ansiedad, como una bola de nieve. Y así, después de verlos con cuidado una y otra y otra vez, después de rendirse ante la ausencia de una respuesta a semejante extrañeza, se va dando cuenta de que esas imágenes están contando con el corazón en la mano la historia de cómo ellos y nosotros nos pasamos la vida haciendo lo mejor que podemos para no desaparecer, para reconocer sin drama y sin culpa, y luego celebrar, que cada cual es un fenómeno: es estremecedor y reparador al mismo tiempo”. 

Ricardo Silva RomeroEscritor colombiano

We ask upon seeing them, what is the enigma behind the portraits of albinos that the photographer Alejandra Quintero has been producing for so long. One asks why they are so disquieting, why they enter into the nervous system like an anxiety attack, like a snowball. And then, after looking at them carefully again and again, after accepting defeat before the absence of an answer to something so unfamiliar, one comes to realize that these images are telling a story, heart in hand, of how we all spend our lives doing the best that we can not to vanish, to recognize without drama or guilt, and eventually to celebrate, that each of us is a phenomenon: it is heart-rending and restorative at the same time.

Ricardo Silva RomeroColombian Writer

La última etapa de Sobreexpuestos hace una combinación de varios niveles de exploración artística. Por un lado, se encuentra una serie de fotografías en las que Juan Carlos, el hombre de la primera entrega, se despoja de su pelo ante cámara dejando a un lado uno de los rasgos más característicos de su apariencia y su personalidad. Con el paso de las fotografías se ve cómo el pelo de Juan Carlos disminuye cada vez más hasta quedar completamente calvo, en una secuencia que trasciende a lo performático. De ahí deriva la segunda capa de esta entrega, que es la cabellera de Juan Carlos como una pieza de arte en sí misma, no solo por su indiscutible belleza de material natural, sino porque simboliza el fin de una etapa de su vida: es su forma casi ritual de darle forma y vida a su despojo personal. Por último, la obra es un acto de desprendimiento también para la fotógrafa, ya que con su elaboración también hace su propio cierre de de un ciclo artístico cumplido. Es uno de los puntos más experimentales de su trabajo artístico y uno de los más personales. Su conclusión es sobria y madura, como la tonalidad de blancos que domina cada uno de los cuadros.

The final chapter in Overexposed creates a combination of various levels of artistic exploration. On the one hand, there is a series of photographs where Juan Carlos, the man who has been in all of the installments, gives up his hair in front of the camera, divesting himself of a key characteristic of his appearance and personality. With each photograph, we see how Juan Carlos’s hair diminishes bit by bit until he remains entirely bald in a sequence that reaches the performative. Then begins the second layer of this installment, which is Juan Carlos’s hair as a work of art in and of itself, not only due to its indisputable beauty as a natural object, but also because it symbolizes the end of a chapter in his life: it is his nearly ritualistic way of giving form and life to a personal divestment. Finally, the work is a form of release on the part of the photographer as well because she also brings an accomplished artistic cycle to a close with this piece. It is one of the most experimental points in her artistic oeuvre and one of the most personal. Its conclusion is sober and mature, like the white color-scheme that dominates every shot.

La segunda entrega de Sobreexpuestos aborda a la comunidad albina de una manera prácticamente inexistente en la fotografía: la de un modelo de identidad. A través de los retratos de seis amigos con diferentes grados de albinismo, vemos un espectro amplio de su vida social y parece que asistiéramos a un mundo en el que  solo habitan ellos. En cada cuadro se ven situaciones tan simples como zambullirse en una piscina, retocarse o una tarde de siesta, compuestos con la clara intención de mostrar a sus protagonistas como un referente ejemplar de belleza y estética. En esta serie, la fotógrafa logra un encuentro con otra de sus exploraciones artísticas, que se pone de manifiesto completo en su obra Balnearios: la de exaltar  las formas en las que nos expresamos más libres y sin restricciones con nuestros cuerpos. Es también y sin duda, la más luminosa de sus secuencias.

The second installment of Overexposed addresses the albino community in a way that is practically unheard of in photography: that of a role model. Through the portraits of six friends with different degrees of albinism, we see a broad spectrum of their social life, and it seems as if we are entering a world where they are the only inhabitants. In each shot we see situations as simple as diving into a pool, putting on makeup, or a lazy afternoon, always composed with the clear intention of showing the subject as an exemplary ideal of beauty and aesthetic sensibility. In this series, the photographer manages to touch on another of her artistic concerns, one that is completely realized in her Spas project: that of exalting the ways we most freely express ourselves with our bodies and without restriction. It is also undoubtedly her most luminous sequence.

En 2010, Alejandra Quintero Sinisterra conoció a Diana y Juan Carlos, una pareja de novios  jóvenes y albinos. Su vida como pareja que comparte una condición especial entre la fragilidad, la extrema sensibilidad y un permanente color casi tan brillante como la luz misma, fue la primera respuesta a una exploración que la fotógrafa iniciaba como atendiendo un llamado hacia el  encuentro con formas de  apropiación del cuerpo que pasan inadvertidas entre la vida cotidiana. La primera entrega de Sobreexpuestos es una gran muestra de esa premisa. La serie hace un seguimiento al idilio de Diana y Juan Carlos por las calles del centro de Bogotá pasando de las esferas más expuestas hacia las más íntimas. La cámara hace las veces de testigo que se acerca cada vez más hacia escenas que, por más comunes que sean, cobran un sentido único por la naturaleza de sus protagonistas. La secuencia también permite apreciar cómo la pareja se desenvuelve en medio de un paisaje urbano que contrasta fuertemente con la delicadeza que parece inherente a sí mismos. Cuadro a cuadro se denotan las particularidades de su historia de amor que, como las de cualquier pareja, encuentran un sentido universal en ese vínculo. El acercamiento que logra la fotógrafa hace que la historia de amor también sea un ejercicio de constante observación, como si se mirara por primera vez en cada momento.

In 2010, Alejandra Quintero Sinisterra met Diana and Juan Carlos, a young albino couple. Sharing a unique condition between fragility, extreme sensitivity, and a permanent color nearly as bright as light itself, their life as a couple was an  answer that the photographer embraced as if the encounter were a calling to explore an appropriation of bodily forms that go unnoticed in the day to day. The first installment of Overexposed is an excellent demonstration of this premise. The series follows the romance of Diana and Juan Carlos through the streets of downtown Bogotá, passing from the most public spheres to the most intimate. The camera moves the act of witness ever closer to scenes that, as common as they are, express a unique feeling due to the nature of the protagonists. The sequence also allows us to appreciate how the couple manages to get by in an urban landscape that contrasts so strongly with what seems to be their inherent delicacy. Frame by frame, their love story gets told, like that of any couple, in little details that reveal the universal experience their connection. The proximity the photographer manages to achieve makes the love story also an exercise in constant observation, as if seeing for the first time in each moment.

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